domingo, 3 de febrero de 2008

Emergencia 911

Donde están los médicos, gritaba la madre mientras corría hacia el interior de la clínica, con un niño en sus brazos de unos 5 años de edad, yo me encaminaba hacia el consultorio cuando escuché su voz y me encontré con el accidentando evento, la madre sudorosa, y rostro angustiado, el niño que cargaba semidesnudo e inconsciente, ella no medió palabras, me lo entregó y dijo “ se muere” lo tomé y avancé hacia la sala de recuperación mientras convocaba el equipo, ella desmayo al dejarlo en mis brazos. pero nos importaba el niño, lo de la madre era histeria, diagnostico presuntivo que nos hace tomar asunto a las cosas prioritarias.
Mientras corría con el niño cargado noté restos de vomito que se habían adherido a su cuerpo y sentía un fuerte olor a aceite, lo coloqué en posición adecuada de manera que continuó vomitando y tosía, ahora letárgico, lo puse sobre la cama, las enfermeras lo canalizaron, hizo paro respiratorio, los instrumentos pronto fueron utilizados, ambú cuanto fuere necesario, recobró la respiración, sus signos vitales se mantenían estables, la madre salía de la histeria solo para decirme que el niño bebía un aceite que le había preparado por la gripe y quedó sin respiración al tomarlo y vomitaba, esto confirmaba el diagnostico, -Bronco aspiración- de inmediato hicimos uso de los medicamentos de lugar, la vía endovenosa la mas rápida y segura.
El niño permanecía letárgico mientras el equipo trabajaba, la madre ansiosa era sacada de la sala, todo fue aplicado y nos mirábamos unos a otros, esperando ver que las drogas funcionan no solo en los libros, pasaron unos minutos, “quiero hacer pipi” escuchamos decir la infante, ufff!! Un pato le colocó la enfermera con alegría, el niño orinó y pregunto ¿Dónde esta mi mamá? La hicimos pasar y ahora lloraba, pero estas lágrimas no venían del riachuelo de la desesperación y la ansiedad, venían del estanque de la alegría.
Abrazados lloraban juntos, y nosotros respirábamos, algo desarreglados pero satisfechos.
El niño permaneció en el centro por un tiempo mas, en tanto se aplicaban medicamentos de prevención contra infecciones.
En el momento de la alta la madre me preguntó cuanto debo pagar doctor, yo sonreí y le dije su cuenta fue pagada, no debe nada, ella no sabía que decir y antes que lo hiciera le dije:
Hace unos años cuando yo fui un niño así, sufrí algo similar y con un detonante peor, un carburante, que por error llegó a mis pulmones, una grave bronco aspiración y le pedí a Dios pagar esa deuda de los que hicieron lo imposible para mantenerme en vida y lo lograron, y hoy yo he pagado esa deuda.
No digo esto para gloriarme, sino para que aprendamos a dar por gracia lo que por gracia hemos recibido.
Hoy ese niño vive y mañana puede ser un profesional, como me lo permitieron a mi hace años, muchos años.