A diario recibimos pacientes de diferentes partes de la zona sur, algunos, como sucede, gustan de nuestros servicios, para otros en su orden de aprecio me sitúan después de Dios, tanto los unos como los otros son recibidos con agrado, pero aquellos que nos aprecian logran una química muy agradable a la hora de tratarlos, cada vez que tienen un problema de salud están en la silla frente a nuestro escritorio, entre ellos estaba mi paciente, la cual llamaremos así por motivos obvios.
Mi paciente, una señora delgada, alta, de unos 62 años, de tez morena, simpática, mas que una relación medico-paciente había una amistad.
Sus problemas de salud siempre fueron sencillos, los cuales bajo la gracia de Dios tuve la satisfacción de resolver con algunos consejos y nuca excedí de dos fármacos para la ocasión.
La consulta mas reciente llegó con su típica sonrisa, comenzó el dialogo, ella notó como mi sonrisa se iba borrando a medida que contaba su motivo de consulta, mostró una mirada tímida y dijo ¿Qué usted cre mi dotol?
Luego del examen fisco tomé la hoja de prescripciones pero esta vez para indicar un estudio, como era dentro del mismo centro le dije: lo esperare hoy mismo, una vez mas refutó
¿Es ulgente dotol? Solo le dije, vaya que yo la espero.
Al regresar destapaba el resultado grapado en un sobre blanco, comencé a leer y a interpretar imágenes.
Era lo que ella sentía, lo que yo presentía y que el resultado decía, haciendo uso del tecnicismo, pero a su nivel, le explique del caso y las consecuencias, quiso reír, pero sus ojos se mojaron antes que sus mejillas se estiraran para sonreir, me dijo ¿Qué debo hacer?
Callado tomé la hoja de referimientos, escribí lo necesario y le indique la ruta, ahora salía del consultorio y no sonreía, llamó su hijo para que yo le hablara, hablamos del caso y le pedí la acompañara, ahora iban rumbo al Heriberto Pieter, les pedí que me informaran.
Ahora entiendo mi maestro (Dr. Duval), ahora entiendo el BURN-OUT, porque su record yace en el archivo, su número en mi memoria, y mi paciente en la historia.
No volverá, y aunque volviese me seria imposible escucharla decir como antes: dotol ute me sanó en dos días, eso no se cura, eso dicen los libros que mata.